"A la mágica y poderosa creación"


viernes, 16 de noviembre de 2012

29 de febrero


Cuando los dioses crearon la tierra se dieron cuenta que al cabo de 4 años sobraría un día y ese día lo destinarían para descansar.
Tiempo más tarde los humanos tuvieron la necesidad de medir el tiempo porque necesitaban determinar con precisión cuando se avecinaba el frío, la época de lluvias, la sequía, el calor y hasta sus propias edades. Y se dieron cuenta que era necesario medirlo con el sol, tal como los dioses lo habían planificado, por eso registraron el tiempo que la Tierra tarda en dar una vuelta alrededor y lo llamaron año.

Pero las matemáticas no son tan exactas y a ese año le sobraban algo así como 6 horas. Entonces los humanos las acumularon y agregaron un día más al calendario, y a ese año lo llamaron año bisiesto.

Todo marchaba perfecto, pero había algo que los dioses no habían tenido en cuenta, ese día, que al universo le sobraba, los humanos lo destinaron como un día más para trabajar.

lunes, 1 de octubre de 2012

Perdido

Que ha llegado a su mayor crecimiento, a cierto grado de perfección, cultivado, experimentado… Eso dice el diccionario cuando buscamos el significado de la palabra adulto. Y pensar que en la práctica solemos relacionarlo con aquel que se ha olvidado de jugar. ¿Es curioso no?

Se había olvidado, se había estancado, y ya no jugaba con su corazón. Se había llenado de días nublados y solo tenía recuerdos del sol. Se había enfermado de seriedad y caminaba pesado, apesadumbrado. Y ya no veía, tampoco sentía las cosas simples de la vida.

Se había olvidado el sonido del mar y el frío invierno se lo recordaba, un bloque de hielo frente a su ventana, que no se movía, que ante sus ojos no tenía vida. Ni siquiera las aves le respondían con una señal. Sin música era la nada, era un enorme vacío. El viento soplaba, pero no lo empujaba, estaba rígido en esa estación. Y no había indicios de gotas de agua en el manantial, de aroma primaveral.

En sus venas había agua estancada, que no podía llegar al mar, a ese mar que le hablaba pero que no lo escuchaba, que iba perdiendo la fuerza, que iba perdiendo el latido. Anochecía pero no amanecía, y lo decían sus ojos que ya no ardían, esos que nunca mentían. Permanecía ocupado en lo banal, en aquello que no era real. Había dejado de rolar y ya nada lo sorprendía, ya nada lo conmovía, era como si dormía.

Se había olvidado, se había encerrado, y lo más alarmante era que se empezaba a conformar con esa vida. Esa vida que lo nublaba, que lo apagaba, que lo alejaba de su ecosistema y en la oscuridad lo marchitaba.

sábado, 18 de agosto de 2012

Relato de mis viajes por el espacio

Lo bueno de cada nuevo viaje es descubrir como el aprendizaje crece a niveles inesperados. Es una experiencia fugaz en cuanto a tiempo pero intensa en conocimiento, que drena como si hubiéramos experimentado varios años de vida. Y eso es lo que diferencia a un viaje que hacemos todos los días de uno nuevo donde descubrimos nuevos horizontes, nuevas energías que nos permiten resucitar y ver a las cosas como realmente son.


Capitulo 1: el viaje
Imaginemos que por un instante gente de la NASA nos ofrece subirnos a una nave y nos invita a recorrer la galaxia. No se asuste que no será necesario realizar cursos, chequeos médicos, ingerir pastillas especiales ni calzarse el tan incómodo traje de astronauta; el viaje no requiere preparación más que su imaginación. ¿Está listo? Bueno subamos a la nave que está por despegar.
Hay una cosa que olvidé decirle, yo no voy a viajar con usted, lo hará solo y yo lo haré en otra nave al mismo tiempo aunque no creo que tengamos contacto en todo el viaje, ni siquiera visual porque vaya a saber uno en que parte del espacio quedará suspendido cuando la nave se detenga, es tan grande la dimensión que la probabilidad de encontrarnos es ínfima. Solo le pido que observe con atención todo lo que vaya viviendo.

Ahora sí, apretamos el botón y poco a poco comenzamos a alejarnos de la Tierra. Lentamente todo va quedando atrás, nuestra casa, nuestro barrio, nuestra ciudad, nuestro gigante río, todo, haciéndose cada vez más pequeño. El país que se va convirtiendo en un continente, el continente que se va dibujando en el inmenso mar, el mar que va dando paso a otros continentes que las nubes van cubriendo, y nosotros que nos vamos apartando en el silencio y la oscuridad hasta que logramos visualizar la Tierra como si fuera una pelota de fútbol.

Alcance a divisarla y deténgase ahí. Ahí sin amigos, sin nuestro programa favorito, sin el último modelo de teléfono, sin absolutamente nada. Estamos solos en el espacio, solo con nosotros mismos, para observar la Tierra detenidamente.
Mírela, tómese unos minutos para contemplarla. Es muy probable que increíblemente no experimente miedo en esta nueva experiencia, hasta seguramente se quiera quedar un rato más allá, quizás porque pareciera no existir la dimensión del tiempo, quizás porque el silencio y la soledad son tan grandes como asombrantes, quizás… no lo sé.
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Capitulo 2: mi papel de espectador
Al verla desde allá, suspendido en el cosmos, la veo llena de colores y de vida. La veo más nítida de lo que se la ve personalmente cuando estamos dentro.

La veo y me cuesta observarla con las divisiones que nos enseñaron desde chico, me cuesta ver las diferentes naciones, las diferentes religiones, la lucha por el poder y la posesión… de allá la paz se ve tan perfecta que realmente me cuesta horrores contemplarla con todos los tipos de divisiones que hemos establecido como sociedad.

Y siento que llevo, al igual que todos, una única nacionalidad, la del Planeta Tierra. La veo tan clara que me preguntó por qué todavía no conformamos esa humanidad única. Y me cuesta entenderlo porque desde acá la veo como es, pero allá abajo es diferente, es tan distinto, tiene tantas divisiones que en definitiva a mí también me limitan, a soñar con algo que desde acá arriba se ve tan real. 

A soñar con una armonía perfecta entre culturas y religiones. Con ingleses conviviendo en suelo argento, iraníes caminando por el central park, chilenos y bolivianos compartiendo sus tierras, israelíes y palestinos viviendo juntos. Donde viajar no requiera de visas ni de otros permisos especiales, como si fuéramos un único país en todo el mundo. Un único país solidario y humilde, donde sus hospitales y escuelas atiendan y eduquen en forma gratuita a seres de cualquier parte del mundo.

Sé que es difícil llevarlo a cabo cuando hay sociedades que aún no están preparadas para ello pero es un anhelo que siento que algún día llegará y miraremos al fin a la Tierra como tal, tan real, tan integrada, tan transparente.

lunes, 2 de julio de 2012

El mundo de los sueños


Hay sueños que deambulan sonámbulos, otros que corretean en un laberinto, sueños olvidados, llenos de polvo y telarañas, escondidos en algún oscuro rincón. Sueños que fueron encerrados y cada tanto reniegan de su prisión; algunos no nacen y mueren en esa celda, otros pasan años buscando la llave que la haga abrir, mientras se van tachando los días del calendario. Sueños que el tiempo los fue borrando, los fue distorsionando, pero que siguen intactos a pesar de que el espejo devuelva señales de la vejez, sólo que duermen soñando, en espera del sacudón que los haga despertar. Sueños que se llevan en las entrañas y que nunca fueron paridos.

Están también los que tienen valentía, los que dan sentido a la vida, los que asoman al mundo aunque digan que ya es tarde, aquellos que no se dejan arropar por la comodidad y se la juegan por intentar. Los que de tanto buscar encontraron la llave y los que abrieron camino cuando el dolor se hizo fuerte, para nacer, por cesárea, después del caos. Sueños que despertaron y ya no hablan de imposibles, que mutaron de ser en hacer. Que irrumpieron la rutina, la vieja rutina, esa que tanto opacaba. Sueños que rompieron el cascarón en busca del mundo exterior, un parto doloroso lleno de dudas y de temor. Salieron tímidos o con coraje pero cortaron el cordón y ya no están cautivos en las celdas de la mente.

Hoy brindo por esos sueños, esos sueños que empujan desde adentro y que te hacen ver quien sos. Son sueños que brotan del corazón, que vienen con la fuerza de la creación. Son sueños que traen rayos de un nuevo sol.

viernes, 2 de marzo de 2012

Gran Malvina y Soledad

Alguna vez de chico me pregunté para qué queríamos las islas con todo el territorio que tenemos, o por qué Argentina e Inglaterra no se ponían de acuerdo y se repartían una isla para cada uno. Es que desde chiquito que no me gustan los conflictos y siempre busco opciones para resolverlos de una forma justa.

Ya de grande, con una idea propia, y luego de buscar en libros antecedentes históricos del conflicto mi pregunta pasó a ser por qué Inglaterra insiste en adjudicarse tierras que fueron robadas y que nada tienen que ver con su distante país. Es que esa es precisamente otra de las características que traigo arraigadas desde pequeño, la de detestar las injusticias. Porque en todo caso son las islas de Latinoamérica, y estaría orgulloso de ello, pero jamás podemos aceptar que digan que son inglesas.

Al declararse la independencia Argentina, las islas dejaron de pertenecer a la corona española para pasar a ser Argentinas. Pocos años después, precisamente en 1833, un buque inglés desembarcó en las islas y echó a los argentinos que la estaban cuidando, cometiendo así, bajo amenazas, el robo de las islas.
Y no es que las abandonamos a través de los años, porque siempre las reclamamos. El problema es que hasta fines del siglo XX era muy común, y mundialmente aceptado, que las cosas se resuelvan por la fuerza, con la guerra. Y en un acto totalmente deshumano quien generaba más muertes se quedaba con el trofeo.

Sorprende que hoy mientras un país reclama con el dialogo y con la paz; el otro amenace con su ejército. Sorprende porque ya estamos en el siglo XXI, porque si algo aprendimos como sociedad de este mundo es a no querer más violencia, a no vivir más como cavernícolas. Por eso me atrevo a afirmar, y me invade una sensación de tristeza hacia los hermanos ingleses, que son un claro indicio de una civilización estancada, que no evoluciona a lo largo del tiempo, que no aprende del pasado. Y lo digo porque países como el de ellos que se dicen llamar “de primer mundo” promueven la guerra para la resolución de conflictos, y las armas no hacen más que exponer a la luz el peor estado del ego humano para dar triunfo a la muerte.

Creo que con el paso de los años y la evolución del ser humano no solo Latinoamérica sino el mundo entero les dará la espalda hasta que reconozcan que tomaron como posesión algo ajeno, que ya tenía dueño, que nunca debió pertenecerles. Y allí en un noble acto de humildad y justicia devuelvan en paz las islas que se robaron, para que brille al fin en nuestro diadema la perdida perla austral. Mientras tanto seguirán siendo la vieja Inglaterra, el viejo mundo.

domingo, 12 de febrero de 2012

Seguro te hablaron

Seguro te hablaron de un lugar donde la tierra es colorada y te contaron que se respira selva, y de aguas que caen, que traen energía, que limpian y mojan hasta el alma menos sensible. De una montaña gigante que custodia campos en donde solo anidan viñedos, del agua más pura que refleja el azul del cielo, y vaya si el sol es bueno. De paisajes norteños que limpian la mente e inspiran la meditación, de un pueblo que tiene un cerro de 7 colores, pero que si los ves parecen más.

Seguro te hablaron, o tal vez recuerdes, un monumento a orillas del río, donde todo comenzó a tomar color, a tomar identidad. Y te contaron de una sierra donde el aire es bien puro y llega a lo más profundo de los sentidos. De un camino que acaricia el mar a lo alto y a lo bajo, para sentirlo, para observarlo. De esa ciudad que bien conocés y que nunca duerme. De campos al sur que yacen fríos y vacíos pero que ocultan un mágico misterio milenario. De hielos gigantes que congelan la mirada. De lagos y bosques pintados en un cuento de hadas, de paraísos de aguas termales.

Seguro te hablaron y sino te lo cuento yo. Es que después de caminar por otras fronteras uno va tomando dimensión de que la casa no es grande sino gigante, de sus riquezas, de sus paisajes. Y eso que no hablamos de su gente.

Camino sus campos, sus pueblos y sus ciudades; los recorro y los siento míos, y están ahí, aguardando, de igual forma que lo hacen por vos, por vos que también sos argentino. Camino y camino y me pongo a pensar que sería una pena morir sin antes haber pisado todos los rincones de mi querido país.

lunes, 9 de enero de 2012

Hilario el paciente

Dotado de una habilidad especial, Hilario disfrutaba de esperar. Había aprendido a sobrellevar situaciones que todos los mortales consideramos tediosas.

Imaginemos hoy en la fila del Banco una persona feliz de tener que esperar cuarenta y cinco minutos para llegar a la caja y pagar un impuesto municipal. O en la cola del supermercado un día de semana después de haber regresado de una dura jornada de trabajo, esperando y esperando sonrientes para que al llegar nuestro turno el cajero nos diga “Son $232,22”. Ni hablar de un fin de semana largo en la costa, donde el estrés de la vuelta se hace tan aburrido como agotador, donde no faltan las discusiones de si era conveniente salir antes, después o directamente no haber viajado nunca, y las peleas con algún impaciente que prefiere ganar el tiempo pasando autos por la banquina.

Podríamos seguir enumerando una cantidad notable de situaciones que vivimos a diario en la ciudad en las cuales somos presa de la espera como el caso del turno con el dentista, cuando llegamos antes a una cita, la espera del colectivo o el lector en la mitad de un aburrido libro deseando arribar pronto al final. Lo cierto es que para Hilario la espera no era perder el tiempo, sino todo lo contrario, era atesorarlo. Cuanto más aburrido el libro, cuanto más había que esperar, Hilario lo disfrutaba más. Hay quienes afirman que Hilario venía de otro planeta pero eso dejémoslo para analizar en otra oportunidad.

A todos seguramente nos pasó alguna vez que la espera se nos hizo larga y cuando pensamos que habían pasado 30 minutos, tan solo habían sido 10. A Hilario también le pasaba, pero eso era lo mágico para él. Sostenía que mientras esperaba podía detener el tiempo. Cada tanto repetía “¿Que increíble no? Vivir en 10 minutos lo que en 30”.
Pasó gran parte de su vida buscando sin éxito una fórmula que explique como detener el tiempo. Quien pueda descubrirlo alguna vez, seguramente lo hará retomando los escritos de Don Hilario.

Decía que no podíamos andar divirtiéndonos a todo momento, porque sino la vida se nos iba en un abrir y cerrar de ojos. Que para eso era necesario el aburrimiento. Sostenía además que las grandes ideas surgen en el aburrimiento, Arquímedes había descubierto el principio que hoy lleva su nombre, y que luego le permitió comprobar si la corona del rey era completamente de oro, en una tarde de aburrimiento mientras se encontraba sumergido en la bañera. Newton formuló la teoría de la gravedad un mediodía de verano esperando a la sombra de un árbol. Esa misma manzana que cayó fue la que lo inspiró mientras aguardaba, aburrido por cierto, por su enamorada que ese día llegaba retrasada a la cita.

Hilario afirmaba que mientras haya gente aburrida el mundo seguiría avanzando con nuevos descubrimientos. Sostenía que antes la gente se aburría con más facilidad y por eso teníamos más ideas e inventos.

Se recuerda que todo lo conseguía esperando, perseverando. Dicen que él fue quién inventó la frase “persevera y triunfarás” que luego se hizo famosa como dicho popular y hoy vamos transmitiendo de generación en generación.

Con los años Hilario fue perdiendo el pelo y la fuerza pero no la paciencia, por eso continuaba trabajando haciendo tareas que los más ansiosos (o quizás nadie) nunca podían aprender.
Ya en el ocaso de su vida Don Hilario disfrutaba días enteros, sentándose a esperar que la muerte lo venga a buscar.